El feminismo en el Tercer Sector de Acción social. Con Itziar Gandarias.
Izaskun Rekalde:
Voy a presentar a Itziar Gandarias. Ella es profesora de psicología en la Universidad de Deusto. Es la directora del Master de Psicología de la Intervención Social, es investigadora experta en inmigraciones, en género, en exclusión social y en otros aspectos; y madre de dos criaturas.
Hoy nos va a acompañar en esta tertulia para animar al diálogo sobre cómo debe ser el camino hacia un Tercer Sector Social feminista orientado a la acción y no tanto al discurso, a las palabras o a los lugares comunes en los que a veces nos quedamos.
Queríamos profundizar un poco en los problemas reales que tenemos las entidades de intervención para desarrollar políticas o maneras de hacer feministas.
Itziar Gandarias:
Ongi etorri; he venido con varias cosas, eskerrik asko gonbidapenagatik, muchas gracias a Zubietxe por invitarme a este lío. Me parece que estos espacios donde poder juntarnos siempre son enriquecedores; últimamente ando picoteando, con esta sensación de que llegas a todo pero llegas mal, entonces se agradece.
En realidad, me han picado bastante, creo que lo han hecho aposta: todo esto del género, del feminismo, parece que ya está. Ya está hecho. Está el tema también de la ‘moda’. Hasta qué punto estamos viviendo un espejismo de la igualdad, o hasta qué punto es una igualdad formal o más bien informal.
Os he traído algo que es un producto de en lo que ando: me quería basar en un estudio que hemos realizado. Nuestra propuesta era hacer grupos de discusión con los profesionales de la intervención social, del tercer sector, que se declarasen feministas, más allá de que militasen o no. Que diesen una vuelta a cómo aplicar el feminismo en el trabajo.
Cuando nos lo concedieron (esto fue en el 2018-2019, antes de la pandemia) pensamos: ¿quién querrá venir? Íbamos a hacer dos grupos de discusión pero -estas cosas que pasan poco en las investigaciones- en lugar de dos grupos hicimos cinco. 50 mujeres participaron, fue una pasada. Algunas de aquí participasteis, igual os acordáis.
Allí recogimos cuatro aspectos.
¿Qué te aporta a ti el feminismo en tu trabajo diario?
¿Qué dificultades encuentras en tu entidad? (Una crítica hacia adentro)
¿Cómo el feminismo puede aportar de cara a la intervención?
¿Cómo se cuidan las profesionales?
Hicimos un grupo, que fue uno de los más potentes, con trabajadoras de administración pública. Ese no lo hicimos mixto; los demás eran mixtos, pero hicimos uno específico con estas trabajadoras. Ya fue bastante simbólico que muchas cogieron el día libre porque no les dejaron en sus direcciones poder estar aquí, más allá de que no iban a aparecer nombres, etc. Por militancia cogieron el día libre, de las doce, cuatro; sobre todo de una dirección (no voy a decir el nombre) no les dejaron participar. Esto resonó bastante.
Esto es una publicación que llevamos un par de años con Emakunde intentando que nos la publiquen, nos parecía bastante político que Emakunde se mojase también en esto, y ahí andamos. Y si no, la publicaremos.
Luego traigo algunas cosas de hasta qué punto podemos hablar de qué avances hemos tenido, en este proyecto. Estamos ahora en una disputa sobre el sentido; esto lo he hablado cuando he estado con las autoras. El feminismo está claro que ha llegado a muchos lados: está en las instituciones, está en la agenda pública, pero yo creo que aquí está la disputa del sentido y de hasta qué punto el sistema también está cooptando al feminismo, si es para mantenerlo y maquillarlo, o si es para la transformación. Y aquí yo creo que tenemos unas disputas, claramente.
Una cosa son los planes de igualdad. Esto lo hablaban mucho las entidades, yo creo que el Tercer Sector, si vemos en general, es de los que más está trabajando en hacer planes de igualdad, las medidas de conciliación, pero luego las profesionales lo viven como algo que se queda en el cajoncito, y sobre todo que en la cotidianidad no se ve.
Al final el feminismo son las prácticas. Las mujeres siguen siendo las que ‘cuidan’ en las entidades sociales. Me refiero -esto lo decían ellas-, a quién se encarga de saber cuales son los cumpleaños de las personas, de los profesionales… Este cuidado más cotidiano, el de siempre que no se ve, las mujeres lo hacen más, y además siendo un poco trabajo poco visibilizado.
Y luego las entidades del Tercer Sector hablaban de que muy bien, es un sector muy feminizado (ya sabemos por qué), pero en los órganos de poder siguen estando hombres, o maneras patriarcales de funcionar, que esto también ha salido: no es cuestión solamente de que sean hombres, sino de que seguimos teniendo un sistema de funcionamiento muy patriarcal.
Si pensamos que el feminismo está ya pasado y que ya no hace falta…
Como no tengo mucho tiempo, yo que he estado mucho tiempo en el activismo en el movimiento feminista, ahora lo estoy haciendo en la Universidad, porque creo que es un lugar donde se pueden abrir grietas. Ahora estamos en un proyecto de introducir en la Universidad la autodefensa feminista, que lo metimos como ‘innovación docente’, esta cosa que está de moda, y nos lo han comprado. No sé si cuando nos lo tengan que evaluar el año que viene haremos esto, pero este hemos podido.
Lo primero que hemos hecho ha sido plantear un cuestionario, y nos estamos quedando alucinadas. Una parte del cuestionario son agresiones sexuales. Estamos hablando de chavalas de 19-20 años que dicen ‘siguen sin quererme’, y sobre todo, y aquí es donde tenemos el meollo y que creo que está cambiando pero que todavía nos falta: que las violencias y las agresiones sexuales no son individuos que estén mal, locos de una noche, sino que lo más difícil es cuando es alguien cercano. Pareja, ex-pareja, alguien de tu cuadrilla, un amigo de alguien…
Qué pasa ahí cuando mi amigo de toda la vida, o mi colega o mi amigo activista de izquierdas también tiene actitudes patriarcales. Esto es lo complicado. Y aquí es donde tenemos el gran meollo.
Una alumna se atrevía a decir: hemos avanzado, mira en fiestas de Bilbao, cualquier agresión que haya paran las txoznas, empieza la sirena… Antes pasaban un millón de cosas, no digo que siempre que pase algo se haga, pero al menos se hacen cosas. Y contaba la chavala: de repente aparece la sirena, yo estoy tomando algo con mi cuadrilla, y al de diez minutos dice un chico: ‘bueno, ya, ¿no? Ya está, ya parará’. Entonces ella empieza a tener una especie de: ‘este hombre que se está poniendo enfadado por algo, en realidad… ‘. Ella en ese momento no se da cuenta. Empiezan a discutir, y ahí también está el feminismo, unas compañeras del punto morado le dijeron: ‘cuál es el problema, ¿te está molestando esto? Porque igual vamos a volver a decir lo que aquí se está haciendo y le volvemos a dar diez minutos’. Esta chica joven en ese momento no, pero en clase empezó a ver que la reacción que estaba teniendo su amigo también era una reacción para ella. Decir ‘hasta cuando, ya está bien’. Esto es un poco lo que está pasando ahora. Es un ejemplo, no es el prototipo. De esto es de lo que tenemos que hablar, de cómo estaba ella y de que no es alguien de fuera, es mi mejor amigo con el que llevo estando toda la vida.
Eso por un lado. Luego, yo creo que se está hablando de la reacción patriarcal. Eso ha pasado toda la vida, ¿no?: los avances de derechos tienen una reacción, que lo tenemos muy identificada con partidos de extrema derecha, también para otros temas, no solamente para este. Pero también creo que una reacción es este cansancio que tenemos sobre el género. A mi este me preocupa más. No digo que lo otro no me preocupe, pero lo tengo más identificado.
A mi esta reacción de ‘otra vez con el género’ me preocupa bastante. Me preocupa por ejemplo, os voy a ser sinceras, que algunos padres y madres que tienen hijos adolescentes, los adolescentes les digan: ‘es que ahora, claro, no vamos a poder hacer nada, porque nos van a denunciar’, y que esto se esté comprando, pero no por gente de derechas, por gente incluso activista. ¿No os estáis yendo demasiado? Otra vez las víctimas son los hombres. Es como muy curioso.
Hablo desde círculos íntimos y cercanos, ahí está lo profundo. Esto es un tema que está ahí.
El otro tema gordo que tenemos es el tema de los cuidados. Creo que ahí está en disputa, aquí no soy experta, pero ¿dónde vamos a colocar a los cuidados? Sabemos que tenemos un problema grande, una sociedad cada vez más envejecida y más avanzada; está claro que el feminismo ha puesto y ha visibilizado todo el trabajo de cuidados, pero ¿hasta qué punto como sociedad estamos dando valor a eso? En los próximos años, espero, en todo el tema de políticas de cuidados, -que no es nuevo- me parece que toda la presión que se está haciendo desde el movimiento feminista de la política pública y comunitaria en un sistema de cuidados creo que va a ser clave.
Y creo que la interpelación que se está haciendo a las instituciones, para mí que estuve con las primeras huelgas (aquello fue un desborde que no nos imaginábamos), en esta última huelga yo sí que he visto una madurez de hacer una interpelación directa a las instituciones para crear una mesa de trabajo, etc….
Ahí hay todo un tema. El movimiento feminista -aunque veremos lo que ocurre en las elecciones- el tema de cuidados es algo que ha puesto sobre la mesa. El tema de conciliación, que a pesar de los avances que hay legislativos, me parece que a nivel cultural (lo podemos discutir) no hay tanto cambio.
Sí que es bonito ver a los hombres tirando cada vez más de los carros, pero vamos a hablar de todo el trabajo invisible que no se ve, de la carga mental, por qué somos las madres las que estamos escribiendo en los chats de los colegios… Todo eso es también cuidados. No es solamente qué trabajos hacen los padres y cuales siguen haciendo las madres, sino quién lleva la carga mental… Aquí hay todavía mucho por hacer.
Había traido algunos extractos -como soy profesora necesito proyectar- algunas cosillas que habían contestado a las compañeras del Tercer Sector que habían participado en la investigación. Algunas decían: ‘yo, la mayoría de burradas patriarcales de violencia máxima me las he encontrado en asociaciones de apellido feminista’. Entonces me parece muy potente el nombre que tenemos de puertas para afuera, en comparación con lo que tenemos dentro. Y cómo pueden haber muchas asociaciones que no se denominan así y pueden trabajar de otra manera mucho más cuidadosa.
Lo que hablaban, y fue muy criticado, cómo dentro del Tercer Sector sí que había muchos planes de igualdad y tal, pero de cara adentro las dinámicas cotidianas no se trasladaban.
Otra de las cosas bonitas que aporta el feminismo, dejo aquí algunos debates, es hasta qué punto en la intervención social estamos reproduciendo el sistema, alimentándolo, ayudándolo, o verdaderamente es una transformación. Esto es un poco por lo que estamos aquí. Lo podemos analizar de diferentes maneras, pero yo creo que desde todo el feminismo una de las cuestiones que nos tenemos que poner muy clara es por ejemplo qué estamos ofreciendo a las mujeres a las que acompañamos.
Ya sé que este tema es complicado. Cuestionarse y ver las contradicciones que tenemos es importante. ¿Estamos reproduciendo la creación de un trabajo precario, en el caso de mujeres migradas, que las derivamos siempre hacia un trabajo de cuidados, en condiciones bastante de explotación? Este es todo un tema. Que sé que es difícil, que desde la teoría lo decimos bien, pero yo creo que por lo menos nos lo tenemos que cuestionar, porque la mayoría de proyectos y de programas que hay, sociolaborales para la promoción de las mujeres, sobre todo migrantes, es hacia ahí. Alguien me dirá: ‘es mucho’. Sí, y está el análisis y está la práctica, pero por lo menos, cuestionarnos. Me parece que es importante.
Otra cosa. El feminismo puede aportar mucho en estas miradas que tenemos sobre los proyectos de intervención, muy condescendientes y muy desde el victimismo, desde ver a las mujeres solamente como madres. Y juzgarlas y fiscalizarlas como madres. Ahí hay todo un tema, que no hacemos con los padres. Hay un extracto bastante bonito de una psicóloga de los servicios sociales que dijo: ‘mira, a mi lo que me aporta el feminismo es ésto (y lo dice no en abstracto sino con un ejemplo): me llega una ficha de derivación del servicio social de base, y en la ficha aparece el nombre de la madre y aparece el nombre del niño. No hay padre. Esto ocurre mucho. Y digo yo: este niño, este menor de edad, padres separados… ¿dónde está el padre aquí? ¿Por qué no aparece? Entonces me digo, vamos a ver, cojo el teléfono y llamo a la trabajadora social. Oye, perdona, ¿aquí no hay padre? ¿No tenéis información del padre? ¿No hay un nombre, un lugar donde esté? ¿Qué pasa con este padre, sabemos algo? A veces te miran como rara. Es como que se desocupa el padre, o como que no se ocupa, y esto puede ser una parte de responsabilidad del padre, pero que también nosotras ni siquiera lo cuestionamos’. Es muy interesante como práctica en el día a día: preguntarse por donde está el padre, para empezar, qué hace, qué no hace.
Hay otra participación muy bonita: ‘Yo noto que a las mujeres con las que trabajo, cuando les damos el marco del feminismo, se les quita un peso (esto es muy bonito). Cuando yo les devuelvo que esto que me estás contando se llama patriarcado, es algo que no te pasa a ti, le pasa a ella, a ella, a mi, porque a mi también me pasa, nos pasa a todas las que somos cuidadoras, porque estamos en un sistema en el que nos inculcan que debemos ser cuidadoras. Por un lado, en los procesos terapéuticos yo soy mucho de responsabilidad, de hacerte cargo de lo que tú haces, que cada persona se responsabilice de lo suyo; esta parte es muy terapéutica, yo la mantengo. Pero es verdad que incluyo también lo estructural. Es decir, en qué sistema estamos. Ahora lo incluyo mucho más, y me doy cuenta de que esto libera mucho a las mujeres. Esto no es algo que te pasa a ti, que tu tengas la culpa, sino que estamos en un sistema en el que, no sé por qué, todas las mujeres somos cuidadoras’.
Me parecía que era bonito traerlo, esto de qué aporta el feminismo más allá de los símbolos, cómo lo trabajo yo en la cotidianidad.
Y algo con lo que quería acabar, es que algunas nombraban, y es cerrar con lo que hemos empezado: estoy cansada de que hay que trabajar el género y me miran a mi, o trabajar esta pedagogía al interior de las organizaciones. Las compañeras están un poco cansadas, hasta qué punto tener que ser siempre: aquí viene la pesada esta… Algunas se sentían muy solas, de ahí salió todo el tema de cómo empezar a tejer red.
En este sentido, ya sé que no estoy en el mundo universitario, pero lo voy a contar, porque me pareció muy grave, el otro día en el marco del 8M hicimos una jornada en Deusto a la que, al final, fuimos un poco las que trabajamos ésto. Y una profesora estaba bastante preocupada porque está empezando a llegar la reacción del patriarcado, chavales que en clase empiezan a decir que lo que está haciendo es ideología de género, etc. El problema es que está teniendo evaluaciones super-bajas, y esto puede tener consecuencias. Y que se estaba viendo muy sola. Esto es super-grave, y está ocurriendo ahora. Muy agredida, con pocos recursos. Lo pongo también en la mesa.
Gracias.